Descubriendo el Castillo de Chulilla: Una Ruta en Familia
Ubicado sobre un imponente peñón que domina el paisaje, el Castillo de Chulilla es una joya del patrimonio valenciano que invita a un viaje en el tiempo. Esta fortaleza de origen islámico no solo ha sido testigo de siglos de historia, sino que también se ha convertido en un destino ideal para una excursión en familia. Su acceso, a través de una empinada ruta a través de la calles del pueblo, permite disfrutar de la arquitectura mientras se asciende hacia sus murallas.
La ruta comienza en el casco antiguo del pueblo, en la plaza de la Baronía. Seguiremos por la calle Abadía, donde sus calles estrechas y casas encaladas nos sumergen en este pueblo de claro origen musulmán. A medida que avanzamos, la empinada calle nos hace subir hasta la casa del cura. Pasadas unas escaleras llegamos a la calle Venerable José Cervera y seguimos recto hacia una baranda que se ve al final pasando por casas con innumerables macetas de flores preciosas. Pasamos por lugares de gran encanto como una escalinata que baja hasta la parte trasera de la iglesia. Un lugar para inmortalizar con algunas fotos.




Llegamos a una zona de corrales ya muy próxima a la puerta ‘actual’ del castillo. En la época musulmana el acceso amurallado llegaba mucho más abajo y aún queda algunos restos que se pueden intuir como la torreta y el portalet.
Ya por la senda dentro del castillo podemos ver el pueblo de arriba y los pequeños ventanucos donde se podría vigilar y repeler a los atacantes. El nombre correcto sería aspillera (Abertura larga y estrecha en un muro para disparar por ella). Es un recorrido de dificultad baja, adecuado para niños y adultos, con paradas estratégicas en miradores que permiten contemplar la belleza del entorno.
A mano izquierda subiendo, hay una zona que se guarda en el recuerdo de los más viejos del lugar. Se trata del esbarador, un lugar que los niños del pueblo han ido puliendo con sus traseros y que disfrutaban al salir del colegio. Hoy en día poca gente lo usa. Antaño eran muy usuales en muchos pueblos antes de los parques infantiles. Nos recuerda a la trompa del Elefante de Ibi o a la esgoladora de Bocairent.
Tras una curva de 180 grados vemos la puerta principal. Cuando yo era pequeño había una puerta de verdad. Antigua pero de principios del siglo XX. En algún momento la quitaron y ahora solo quedan los restos medievales. Se pueden observar los agujeros en la roca para poner las trancas de la puerta así como algunos grafitis grabados por el cuerpo de guardia. A mano derecha se encuentra un aljibe de construcción más moderna.
En el castillo hay un aljibe de origen romano situado en la parte sur de planta cuadrada. Situado en la zona alta de las habitaciones principales. Hay otro situado en la parte central de planta rectangular y de bastante profundidad.. En ambos casos los accesos son complicados y hay que ir campo a través.
Nos adentramos en el castillo y vamos a empezar por subir a la parte norte. A mano derecha comenzamos a subir hasta llegar al punto más al norte del castillo donde se ven los pueblos cercanos de Losa del Obispo y Villar del Arzobispo. Justo en esta torre norte surge un camino hacia arriba que nos permitirá subir al punto más alto del cerro del castillo. Tras una pequeña trepada usando las manos, comenzaremos a andar por una senda muy bien marcada que nos llevará a un mirador sobre la parte trasera del castillo. En la guerra carlista con el castillo asediado, este lugar sirvió de trágica huida de los carlistas, que con cuerdas trataron de huir del ejército regular y bajar al río.
Si seguimos por esta senda llegaremos al aljibe de origen romano que comentábamos antes y tal como he marcado en la ruta de wikiloc. Desde las proximidades de ese aljibe las vistas son todavía desde más altura.
Volvemos sobre nuestros pasos para volver a la torre norte y seguir viendo el resto del castillo.
Queremos recordar en este punto, que una de las almenas centrales albergó en los años 70 un palomar realizado con ladrillos. Nadie en su sano juicio pensaría en estos momentos construir un palomar en un monumento histórico, pero los años 70 fueron años de construir y construir, como pasó en el vecino pueblo de Sot de Chera.
Llegamos al final de la ruta. Las estancias con apariencia de ser las más importantes con dos amplios ventanales sobre el precipicio del río Turia. Un lugar muy recomendable para hacer fotos. En la gran dependencia de al lado, podemos observar como una hay una pequeña abertura. Esa abertura se colmató cuando hubo un presupuesto de mejora de acceso y adecuación. Como he dicho antes incluso había un palomar. En principio, si algún día se consigue otro presupuesto para excavación se podrían realizar visitas a esa zona. Cuando éramos pequeños se decía que ahí estaban las mazmorras del castillo y algún chaval con poco temor a la oscuridad se adentraba en cada generación para contárselo a sus amigos. Otra verdad de ese lugar es que también servía como salida de urgencia pues se podía salir en dirección a la peñeta. En la ruta que hay desde las cuevas a la peñeta se puede ver el punto exacto desde donde el castillo tenía esa salida de emergencia.
Después de esto solo nos queda sacar unas bonitas fotografías del valle del Turia y su huerta. Al sur se divisa la sierra de Chiva y a veces se ve como algunos pájaros migrantes siguen el río en dirección hacia la albufera.
Tras la visita, nada mejor que regresar al pueblo y completar la jornada con un almuerzo o merienda en alguno de los restaurantes locales de Chulilla, donde se puede degustar la gastronomía tradicional. Platos como la olla churra o el ajoarriero son perfectos para reponer energías tras la caminata.
El Castillo de Chulilla es más que un monumento; es un punto de encuentro entre naturaleza, historia y aventura, ideal para disfrutar en familia y descubrir la esencia de este encantador rincón de la Comunidad Valenciana.